El Vino Argentino durante la Segunda Guerra Mundial

El vino argentino y la estrategia de penetración global durante la Segunda Guerra Mundial.

 

El autor repasa la historia de esta cepa y otras en los albores del siglo XX y rescata la labor de los primeros promotores de nuestro producto en el mundo. Sostiene que se trata de un “bien cultural”.
se conmemora a nivel mundial el Día del Malbec. La Academia Argentina de la Vid y del Vino, desea recordarlo con la transcripción de tres fragmentos históricos, acontecidos durante la Segunda Guerra Mundial, extraídos de revistas especializadas, donde cuenta el abordaje que se hace al mercado internacional de vinos.

En el primer documento, obtenido de la Revista Vinos, Viñas y Frutas, de mayo de 1945 pagina 286, da cuenta de que, en 1943, los vinos de Mendoza fueron degustados en Gran Bretaña en una exposición de vinos, organizada el 2 de mayo de 1943 por el cónsul argentino Carlos Gaviola y el agregado comercial, Domingo Denise, quien representó a la Embajada Argentina, ante los distribuidores y compradores de vinos. Participaron los representantes de 25 firmas, que incluyeron a todas las variedades de los tipos mendocinas, con excepción del champaña, que no se pudo obtener porque todas las existencias disponibles fueron embarcadas para los Estados Unidos. La impresión generalizada es que los vinos son buenos y que hay un mercado potencial en Gran Bretaña, pero que las dificultades de tiempo de guerra impiden la explotación de ese mercado por las siguientes razones: obtener licencia de importación y la falta de bodegas en los barcos. Pero cuando hayan sido eliminadas esas dificultades, los vinos argentinos podrán competir con los franceses y portugueses. Los expertos quedaron impresionados por los vinos y dos tipos de vermut, que se refieren a ellos como “excepcionalmente buenos”. El Señor Ch. Bussnell, presidente de Bussnell, Maples y Co. entrevistado por un corresponsal de United Press, dijo que “hablando en general, los vinos presentados son francamente buenos y no cabe duda de que, si contara con las licencias adecuadas, se venderían a este país en enormes cantidades”

En abril de 1943, en la Revista Vinos, Viñas y Frutas, el periodista de “Evening News” de Londres que, a más de buen periodista es un buen catador, ha tenido la oportunidad de probar nuestros vinos en una comitiva ofrecida por el embajador de la República, doctor Miguel Ángel Cárcano, ha confesado con entusiasmo y por escrito, en un artículo refiriéndose al producto criollo: “Puedo proclamar, ahora, la superior calidad de un tipo parecido a los mejores claretes franceses, aunque no tan dulce. Hicieron las delicias de los invitados; nada tiene que envidiar a los mejores Chablis. No hay duda de que después de la guerra, es decir, cuando las dificultades del transporte hayan desaparecido, los vinos mendocinos han de figurar en las mejores mesas británicas, donde recibirán la más cordial de las bienvenidas” Como se ve, la confesión no puede ser más clara, nada de circunloquios ni vaguedades para quedar bien, diciendo cosas amables. Las palabras del corresponsal del “Evening News” por las que sólo dicen cuando hay entusiasmo y éste es de los que sólo conocen quienes tienen el paladar acostumbrado a distinguir, lo bueno de lo no bueno y de lo bueno de lo mejor.

Mientras, para el mismo momento, Fabián Calle, en su artículo “La calidad y propaganda del Vino Argentino. ¿Puede conquistar el mercado de los Estados Unidos?” publicado por el Boletín Agrícola, Dirección de Industrias y Fomento Agrícola. Mendoza 1.943, paginas 201-206, comenta con lujo de detalles, cómo se debe abordar el mercado estadounidense, donde muchas botellas de vinos finos, secos o licorosos y champañas argentinos transitaban por ese país. Se pregunta a sí mismo: ¿Podrá afianzarse ese mercado en la post-guerra? ¿Será la Unión, con el tiempo, el país que absorba nuestros excedentes vínicos? Estas preguntas tienen indudablemente, sus respuestas. Pero están condicionadas por las normas que imprima la industria al comprador internacional; los productores argentinos y a cierta inteligencia estadual que conduzca a la simplificación de numerosos requisitos que traban el libre comercio de vinos. En esta nota aporta algunos antecedentes recogidos sobre este tema, a través de 40.000 kilómetros andados por la Nación del Norte. Pues antes, nos parece inexcusable una prudente advertencia, para suponer que los Estados Unidos, configure una plaza local en esta materia sólo con esfuerzo y el tesón que da la unidad corporizada de todos los factores cohesionantes de la industria vitivinícola, que puede conquistar un consumidor que beba buen vino, aunque de reducida cantidad, pero que sumado a 130 millones de habitantes, despierte las iniciativas de captación y aquí sus reglas de marketing para ser exitoso:

• Cuando se trata de invadir un nuevo mercado exigente y expeditivo, es proverbial hacerlo con los mejores productos que se elaboren.

• Allí es Argentina y no Mendoza o San Juan.

• Respecto de los importadores mayoristas de vinos en los Estados Unidos, que transportan grandes cantidades de producto sin envasar para embotellarlo y venderlo bajo una etiqueta que no identifica o relaciona el líquido con ninguna bodega de nuestro país. Si se quiere salvar la industria del prestigio, deberá abstenerse de hacerlo.

• El bodeguero tendrá que afianzar, en primer término, su propio nombre, su propia etiqueta y crear el hábito de consumo de su producto.

• Empacar correctamente las botellas en sus cajas. Porque nada puede venderse en los Estados Unidos, que no entre por los ojos.

• Una vez precisado el importe, es imprescindible su estabilización. No sólo la venta al por mayor, sino que se practique al menudeo, para evitar que, en distintos Estados de la Unión, prospere la anarquía de precios dispares, que origina la desmoralización del vendedor.

• Si se procura introducir y divulgar nuestro vino sin el recurso de la propaganda periodística, radial o mural, se perderá infructuosamente el tiempo.

• El análisis de la psicología “compradora” de los pueblos, juega función significativa en toda pretensión de ventas. Por ejemplo, cuando Ud. compra vinos argentinos, no sólo obtiene un producto excelente, elaborado al pie de la cordillera de los Andes (podría citarse el Aconcagua, con altitud, en el caso de Mendoza), en las más grandes bodegas del mundo, sino que nos ayuda a aumentar nuestras compras de automóviles, ya que somos sus mejores clientes sudamericanos

• Mostrar como originales “La tradición y la vejez” en nuestra dedicación a la elaboración del vino

La Academia Argentina de la Vid y del Vino, con esto desea expresar su gratitud y reconocimiento a todos aquellos que, desde los albores de nuestra vitivinicultura hasta nuestros días, hacen de ella un bien cultural y social, que trasciende nuestra frontera a través de la variedad bandera “Malbec”.

Edición impresaCultura
FUENTE LOS ANDES

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