Bonarda, La Uva màs Trendy

La uva Bonarda llegó a Argentina de la mano de inmigrantes italianos. Se le llamaba Barbera o Bonarda Barbera y se ubicó entre las cepas comunes. Durante muchos años se utilizó como base para producción de vinos de corte (vino conformado por dos o más variedades de uva) y consiguió ser un componente indispensable para equilibrar los vinos.

A finales del siglo pasado en Argentina, el área cubierta por la uva Bonarda era superior a las hectáreas de la uva Malbec que, con el paso de los años, fue ganando popularidad hasta convertirse en la uva emblema de esta nación. Actualmente se tiene registro de 18.700 hectáreas de Bonarda, frente a 42.000 hectáreas de Malbec.

A pesar de que su particularidad acompañó el crecimiento del Malbec, los productores de vino la dejaron de lado y comenzaron a recurrir a la uva Cabernet Franc o a las uvas Criollas (variedades descendientes de Europa, nacidas mediante cruces naturales o inducidos).

Durante años, los viticultores de origen italiano confundieron la Bonarda, como se llama en Argentina, con la uva Bonarda del Piamonte. Fue en 2009 cuando finalmente se descubrió que la uva no era Bonarda en lo absoluto. Las investigaciones dieron a conocer que se trataba de una variedad francesa. Un perfil de ADN manifestó que la uva era idéntica a otra casi extinta, nacida en Saboya (región contigua a los Alpes franceses), conocida como Douce Noir (“doose-nwar”), que también es idéntica a una uva encontrada en viñedos viejos en Napa bajo el nombre de Charbono.

Por esta razón, a la uva Bonarda se le ha sumado la denominación “Argentina”, ya que tras años de investigaciones, sus vides poco tienen en común con las de Saboya o Piamonte.
Hace más de diez años, se creó en Argentina el Plan de Desarrollo y Promoción de la Bonarda, con el cual se brinda asistencia técnica a productores y bodegas para que elaboren vinos de este varietal con una alta calidad. Además, con el apoyo de este programa se han realizado diversas catas en el extranjero donde se presentan estos vinos a sommeliers y periodistas.

A principios de 2019, la revista francesa Vitisphere publicó un artículo donde se asegura que la variedad de uva Bonarda Argentina tendrá su momento de gloria, catalogándola como una cepa de tendencia, que está pasando del segundo plano al primero.

Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura de Argentina, Bonarda es una de las uvas que más crecimiento obtuvo durante la última década. Actualmente, Mendoza concentra el 84% de la superficie cultivada, San Juan 14% y La Rioja un 2%.

La importancia de la uva Bonarda también radica en su adaptabilidad a regiones calurosas y frías de altura. Da la posibilidad de producir vinos muy frescos, con buena madurez y de bajo grado alcohólico.

Los vinos a base de Bonarda, dependiendo de la edad del vino, poseen tonalidades que van desde rojo profundo con ligeros destellos color púrpura, hasta rojo granate.

Desprenden aromas a frutos maduros con notas de compota; los caracteriza la cereza negra, los arándanos y la ciruela. Ostentan matices florales atizados de violetas y peonías.

Si tienen paso por barrica o no (aunque la mayoría no), pueden tener ligeras notas ahumadas de tabaco, higos dulces y chocolate. En boca, generan un estallido de frutalidad, una acidez jugosa y un cuerpo medio, son vinos ligeros en taninos y su final suele ser suave.

Por sus características tan gentiles, las opciones de maridaje se presentan como un caleidoscopio: va bien con pollo, carne de res, cerdo, pescado, vegetales al grill, pastas y quesos maduros.

Hoy, la Bonarda busca calidad y no volumen. Gracias a su expresión redonda, equilibrada y compleja, no solo se ha convertido en una nueva favorita de los argentinos sino que el mundo paulatinamente va descubriendo sus bondades.

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